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La cultura también necesita vacuna urgente – La cultura en España tras el impacto del COVID-19

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Introducción

Unas ayudas tardías e insuficientes, una digitalización forzosa y un mensaje de seguridad que no cala. Creadores y gestores culturales hablan sobre el impacto que ha tenido y tendrá la pandemia en el sector.

Texto: Cynthia M. R.
Fotos y Videos: María Senovilla
El reportaje se realizó a lo largo del mes de septiembre de 2020.
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Pérdidas millonarias en salas (casi) vacías

Música, Libros y películas fueron el bote salvavidas del confinamiento. Ahora son ellos, los agentes culturales, los que necesitan ser salvados. Porque en España la cultura se ahoga. Lo digital no es rentable y esta “nueva normalidad” está lejos de parecerse a aquello que solía ser. Restricciones de horarios, limitaciones de aforo y un miedo generalizado a los espacios cerrados ha dejado a cines, teatros, salas de música y galerías de arte en números rojos pidiendo a gritos una solución para no verse forzados a apagar los focos para siempre.
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“Llevamos 250.000€ en pérdidas” calcula el director del teatro Lara, Antonio Fuentes, que tras tres meses cerrados con solo deudas abrieron en una “nueva normalidad” para ver que los ingresos no eran los suficientes. “Estaremos al 30 por ciento de ganancias en comparación con el año pasado” cuenta el director, pues a unas salas “que apenas rozan el 50 por ciento del aforo” hay que sumarle el sobrecoste que llevan las labores de desinfección y la reducción de sesiones para asegurar que la entrada y la salida sean seguras. Con un público “que claramente no viene porque hay miedo, sin ayudas del Gobierno nos veremos abocados a cerrar”.
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Un golpe que no distingue de tamaños

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“Acababa de ser ARCO y se canceló todo lo que teníamos pendiente” recuerda Álvaro Alcázar, galerista. “Parecía que tras diez años de parón el arte se estaba recuperando, pero esto lo ha parado de nuevo. Hay gente que ha vuelto a la galería, pero estaremos al 40 por ciento de las ventas normales. La gente tiene miedo. Me decían 'iré en septiembre a la galería cuando esté todo más tranquilo', pero no tiene pinta”. No solo sufren las galerías, en los museos la caída masiva del turismo ha provocado que gigantes como el Thyssen-Bornemisza haya tenido solo un 32 por ciento de visitantes respecto al 2019, a lo largo del verano más atípico de la historia.
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Nuevo bache para los jóvenes

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Raquel Robles acababa de graduarse en Arte Dramático y la pandemia le llegó preparando una obra de teatro que ella misma ha escrito y dirige. Aunque sigue ensayando con su grupo, como joven creadora ve muy complicado hacerse camino en el teatro en este momento. “Si antes la cosa estaba difícil, ahora es casi imposible. Todas las programaciones se han atrasado, algunas se han cancelado, y lo poco que subsiste tiene pérdidas. Yo me encontraba en dos proyectos, uno con quienes sigo, pero con muchísima incertidumbre de cuándo y dónde podremos estrenar, y otro que se encuentra parado”.
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Porque la experiencia es un grado. Mari Quiñonero, artista, comenzó el confinamiento recién llegada de su primera exposición individual en Nueva York. “Para mí, personalmente, más que cancelarse proyectos se han ido adaptando a la nueva situación. Tengo la suerte de trabajar con varias galerías dentro y fuera de España y la incertidumbre que había sobre algunas ferias y eventos en torno al mundo del arte ya empieza a desvanecerse”, que poniendo de ejemplo Art Paris, “es una cita importante dentro del circuito europeo y que siempre es buena señal que se celebre”.
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La batalla que ganó el streaming

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Las salas de cine tampoco se llenan. Pero en su caso se debe a que la pandemia le ha dado el empujón final a las plataformas de streaming. Recuerda Carlos San Julián, responsable de programación de los cines Golem, que “cuando decidimos abrir las salas nos encontramos con una programación que comenzó a desaparecer” y unos estrenos que anunciaban directamente su salto a lo virtual. Como señala Juan Silvestre, periodista de cine en Fotogramas, “no deja de ser un valor seguro de estreno” que además ahora también goza de ser susceptible de ayudas gubernamentales, pues el estreno digital ya se considera en España “estreno comercial”, al menos mientras dure la COVID-19.
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Como bien recuerda Silvestre, “había 20.000 estrenos previstos para sala pero de aquí a final de año habrá una tendencia cada vez mayor a estrenos en plataforma”. Confiando en que este desequilibrio se pare de algún modo, “hemos comprobado que cuando hay contenido atractivo la gente viene al cine. A un julio desértico de estrenos le siguió la llegada de Padre no hay más que uno 2 que atrajo a dos millones de españoles a las salas” añade San Julián. “El cine es una forma de ocio mayoritario, pero necesitamos contenido para poder seguir sobreviviendo”.
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La reinvención digital: forzosa en muchos casos

Para las librerías estar en internet fue la diferencia entre vivir o morir cuando se activó el estado de alarma. Lola Larumbe, propietaria de la librería Rafael Alberti, ha visto como la página web por la que apostaron desde los noventa se ha convertido en su salvación. “Dos o tres días más tarde del cierre empezaron a entrar pedidos por la web. Empezó en marzo y siguió subiendo en abril. De hecho, y creo que no es solo mi caso, en mayo y junio hemos vendido más que en comparación con el año pasado. No ha sido suficiente para compensar todo lo que ha faltado pero sí ha sido el destrozo menor de lo que estimábamos”.
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Son muchos en el gremio que a contrarreloj han tenido que mirar hacia lo digital como un nuevo aliado. “Hay una iniciativa de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, CEGAL, que se ha acelerado con la pandemia: Todostuslibros.com es una puesta en común de los fondos bibliográficos de todas las librerías asociadas para que se puedan pedir los libros a las librerías independientes de forma online” añade Lola.
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Aunque la venta online no sea salvación de todos, la necesidad innegable de estar presente en la pantalla es algo que la pandemia ha terminado de confirmar. Cuenta José María Goicoechea, director de comunicación del Thyssen, que con el cierre “afloramos todos nuestros contenidos digitales pues este enfoque digital del museo se lleva haciendo mucho tiempo y la cuarentena lo ha sacado completamente a relucir”. Ídem para galeristas, que han comprobado que, como cuenta Alcázar, “aunque no vendimos nada, es una forma de promoción que ha venido para quedarse”.
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La presencia en redes sociales es algo fundamental también para artistas. Señala Mari Quiñonero que “sería absurdo dar la espalda a las ventajas que el mundo virtual nos proporciona. Aunque es siempre mejor ver una obra en persona y en el entorno adecuado, mientras, las redes son de gran ayuda, porque la digitalización bien hecha no está reñida con la calidad”. En digitalización también han tenido que aprender las salas. Aquellas que aún no contaban con un sistema de venta de entradas digital han tenido que hacerlo para evitar el contacto físico y aglomeraciones en sus puertas.
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Celebrado el pasado septiembre, la música volvió a sonar en Festival Archipiélago, un ciclo de conciertos gratuitos que apuestan por dar a conocer música de diferentes narrativas y geografías acogido bajo el marco del Museo Reina Sofía. Aunque lo ha hecho con un planteamiento novedoso: la digitalización. “Al streaming nunca le habíamos dado importancia; sin embargo, este año sí lo hemos hecho” pues estaba la posibilidad de que el artista o el público finalmente no pudiesen venir explica José Luis Espejo, uno de los organizadores.
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Un plan de ayudas que llega tarde

Un “parón cultural” de 48 horas tuvo lugar en abril tras que el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, declarase que se habían descartado crear fondos y medidas específicas para la cultura al considerar que al ser una crisis global, “el apoyo transversal e inclusivo es lo más razonable". Sin embargo, un mes más tarde se aprobaba el Real Decreto-ley 17/2020 que incluía una partida extra de 20 millones de euros en líneas de crédito y una ayuda específica de 76,4 millones de euros (23,7 millones para las artes escénicas y la música; 13,2 para las salas de cine; 5 para las librerías y las artes visuales recibirán 1,8 millones) e incentivos fiscales.
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¿Pero serán suficientes?

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Los creadores miran con incertidumbre un futuro encarecido, pues como señala Nely Reguera, directora de cine, “el nuevo protocolo lo encarece todo. Hay que tener en cuenta que cuanto mayor equipo, más número de PCR a realizar, la inclusión de equipos COVID para coordinar la seguridad, los elementos de protección, un maquillaje que ya no se puede compartir… y está la posibilidad de tener que parar un rodaje. Si el presupuesto no es muy alto no salen las cuentas para poder pagar al equipo durante los quince días de parón”.
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En el trabajador que se pensó después

Recuerda Nely “que en un sector como el cultural, donde muchos contratos son intermitentes, mucha gente no pudo acceder a las ayudas ni quedaron amparados por la prestación de desempleo o un ERTE”. Precisamente esta desprotección se intentó paliar con el mencionado R.D. en mayo al incluir el acceso extraordinario a la prestación por desempleo a los artistas en espectáculos públicos que a consecuencia de la crisis sanitaria derivada del COVID-19 no pueden continuar realizando tal actividad cultura.
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¿Y qué hizo Europa?

Mientras en España se descartaba la creación de ayudas específicas para la cultura al inicio de la pandemia, Italia anunciaba un plan de 130 millones para el sector y suspendía el pago de impuestos y retenciones de los gestores culturales; en Francia se desbloqueaban 22 millones y en Alemania se lanzaba un plan de liquidez para apoyar a sus autónomos y pequeñas empresas, donde se incluían los artistas, de 50 mil millones de euros. 
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Reino Unido, por su parte, aprobaba con la llegada del verano un paquete de ayudas al sector cultural en forma de préstamos y subsidios de 1.570 millones de libras. Por su parte, el gobierno galo sumaba un desembolso de 2.000 millones extras dirigido a ayudar a las salas de cine y teatro especialmente y Alemania liberaba una nueva partida de mil millones con 250 millones destinados exclusivamente a paliar el sobrecoste derivado de la implementación de medidas de higiene.
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La música: el gran olvidado

“Yo me siento abandonada” sentencia Rozalén. “No entendemos esta falta de cariño absoluto. Sin el entretenimiento y la cultura el confinamiento habría resultado enfermizo y que ahora seamos los últimos en poder trabajar... No me lo explico”. Los espacios culturales fueron los últimos en abrir, especialmente las salas de música, que, metidas en el saco del ocio nocturno, han resultado el peor parado de todos. En Madrid más del 70% de las salas de música aún tienen sus puertas cerradas y las que suenan, lo hacen con pérdidas.
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Apenas diez mesas caben en la sala Vesta, uno de los pocos espacios donde sigue sonando la música. “No es rentable, pero tenemos la convicción de que hay que mantener la rueda de la cultura y queremos demostrar que la música en directo sí es segura” señala una de sus socias, Bea Fernández. “Necesitamos apoyo urgente, eso sí. Después de seis meses prácticamente cerrados, necesitamos un apoyo para amortiguar las deudas que hemos acumulado o al menos que nos permitan seguir abiertos hasta más tarde, con tantas pautas como quieran”.
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“Dependemos de la parte hostelera y de la venta de entradas” explica Javier Olmedo, director gerente de La Noche en Vivo, donde solo cinco salas de las 54 que forman parte se encuentran abiertas. “Para que un concierto sea rentable la venta de entradas tiene que superar el 80 por ciento” y con los nuevos protocolos, “que son un poco trampa”, apenas “estamos al 30 por ciento del aforo” añade. Y es que “la capacidad de una sala se medía contando al público de pie, no sentado”. Ahora hay que tener en cuenta que el alquiler sigue siendo el mismo pero que las consumiciones y el público presente en cada actuación apenas son un tercio.
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“La música en directo tiene muchos gastos y con la pandemia fue imposible mantenerse” cuenta Daniela Riso, una de las dueñas de la ya cerrada para siempre La Fídula. “El alquiler se tuvo que seguir pagando y los ingresos de la reapertura resultaron ruinosos”. Con 20.000 euros en pérdidas, “ayudarnos con los alquileres o acelerar las ayudas habría ayudado mucho” señala Daniela. Para intentar evitar más persianas cerradas señala Javier que están negociando “poner terrazas temporalmente o una autorización para hacer de hosteleros. Necesitamos reactivar el sector de alguna forma y poder comenzar a devolver los créditos pedidos”.
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Los músicos: solos ante el peligro

“Tenemos más de 40.000 artistas al año en nuestras salas y damos unos 17.000 conciertos” cuenta Javier, que señala que “creo que no me quedo corto si digo que 35.500 solo tocan en salas. Con ellas cerradas y las que están abiertas pudiendo ofrecer dos o tres programaciones semanales, el 90 por ciento de los artistas está parado, pues no hay sedes públicas para la música actual. Todo el tejido depende de las salas”. “Llevaba meses sin dar un concierto”, recuerda el compositor Aaron Rux. “Te das cuenta que poder compartir la música en directo es algo fundamental. Además, si no podemos tocar no podemos ganar dinero y pagar el alquiler. Somos un motor económico que ahora necesita ayuda”.
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Porque, como bien señala Rozalén, “nunca había pensado que subirse a un escenario se iba a convertir en un privilegio”. Cuantas menos salas abiertas, menos oportunidades. “Las salas son necesarias para la gente que empieza a tocar. Los nuevos músicos, los artistas emergentes, deben tener un lugar que les dé una oportunidad. La música en directo es necesaria en todos sus niveles. Nos vamos a cargar algo esencial para la cultura”.
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Volver a verse las caras

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Entre la incertidumbre algo que comparte todo el sector cultural es la necesidad de no olvidar el poder de la cercanía. “El directo es el directo, ¿no? Sí creo que conforme avanza la sociedad hay más tendencia a lo digital pero espero que nunca perdamos la piel” cuenta Rozalén, quien este verano volvió a los escenarios. Como ella, todos han reactivado la cercanía con su público en cuanto han podido. Lo recuerda Lola, que su librería retornó a las firmas con escritores, ahora con un aforo mucho más limitado, en cuanto se pudo.
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Contra viento y marea

A pesar de la aciaga situación, creadores y gestores aprietan puños y dientes en un sector que tiene todo en su contra para seguir adelante. Alcázar ha abierto un nuevo espacio expositivo este septiembre. “Fue algo que íbamos a hacer antes de la pandemia. Llegó, se paró y ahora hemos decidido seguir de todos modos. Total, nadie sabe qué va a pasar” señala. Neli confía en poder rodar su nueva película y la música seguirá sonando mientras pueda en la sala Vesta. Eso sí, con fecha de caducidad, pues el riesgo de ahogarse es muy grande si no se llega a tiempo, también, una vacuna para la cultura.
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Capítulo 3 Un golpe que no distingue de tamaños

Un golpe que no distingue de tamaños

Capítulo 7 Un plan de ayudas que llega tarde

Un plan de ayudas que llegó tarde

Capítulo 8 ¿Pero serán suficientes?

¿Pero serán suficientes?

Capítulo 9 En el trabajador que se pensó después

En el trabajador que se pensó después

Capítulo 10 ¿Y qué hizo Europa?

¿Y qué hizo Europa?

¿Y qué hizo Europa?

Capítulo 13 Volver a verse las caras

Volver a verse las caras

Capítulo 14 Contra viento y marea

Contra viento y marea

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